Para muchos profesionales y empleados uno de sus principales quebraderos de cabeza son las declaraciones de impuestos. La declaración del IRPF se calcula en función de las cantidades aportadas, los ingresos, deducciones, etc. Si no queremos llevarnos sorpresas, lo ideal es comenzar en noviembre a realizar una planificación del resultado de dicho impuesto.
De esta forma vamos a tener una idea clara de como nos va a resultar. Lo ideal es quedar en empate, es decir, que no tengamos que adelantar dinero a Hacienda, pero que tampoco tengamos que pagar, al menos una cantidad desorbitada, en el siguiente ejercicio. La mayoría de los programas informáticos que se utilizan para hacer el cálculo de esta declaración ya están disponibles, así que simplemente tenemos que hablar con nuestro asesor para ver como vamos este año.
En todo caso siempre podemos simular con el programa de la propia Agencia Tributaria. También suele sacar un simulador de RENTA, pero aparece casi siempre a finales de año, donde no hay mucho margen para corregir casi nada.
En función del resultado podemos tomar alguna medida que nos pueda aumentar la cantidad deducible, solicitar que nos aumenten la retención en estos dos meses o también en la paga extra. En definitiva tratar de equilibrar la cantidad que deberíamos pagar con lo que hemos aportado y nos podemos deducir.
Cuanto antes realicemos la simulación más margen de tiempo tenemos para buscar soluciones, de manera que no lo hacemos sólo en el último mes del año, sino que tenemos un par de meses para tratar de poner remedio.
Hay cosas que seguramente no habrán cambiado, como las circunstancias familiares, las deducciones por vivienda, si se tienen, etc. Pero sobre todo aquellos que cobran una parte de su retribución como variable, puede servirles de orientación. Quizás no merece la pena hacer un esfuerzo a final de año para conseguir unos objetivos, si fiscalmente supondrá un esfuerzo extra, y se podrían dejar para el año siguiente